sábado, 15 de enero de 2011

Las mejores portadas de discos del 2010


Las mejores portadas de discos del 2010

Las mejores portadas de discos del 2010

1 Star2 Stars3 Stars4 Stars5 Stars (7 Votos , Promedio:3,29 out of 5)

Las elegimos con pinzas. Nos costó.Discriminamos y eliminamos a muchas portadas. Y estas son las que llegaron a la recta final. Desde una foto que fue usada sin permiso por una banda neoyorquina hasta un gato astronauta.

Ariel Pink´s Haunted Graffiti – Round and Round (EP)
null

Klaxons – Surfing The Void
null

Devo – Something For Everybody
null

MGMT – Congratulations
null

Wavves – King of the Beach
null

Odisea – Odisea Odiseo
null

Janelle Monáe – The ArchAndroid (Suites II and III)
null

M.I.A. – Maya
null

Arcade Fire – The Suburbs
null

Caribou – Swim
null

No Age – Everything in Between
null

Weezer – Hurley
null

Perrosky – Tostado
null

Roots Manuva meets Wrongtom – Duppy Writer
null

Tame Impala – Innerspeaker
null

Deerhunter – Halcyon Digest
null

Scissor Sisters – Nightwork
null

Wolf Parade – Expo 86
null

Sufjan Stevens – The Age of Adz
null

The Chemical Brothers – Further
null

Crystal Castles – Crystal Castles
null

Los Pituquitos – Sé que me voy a quemar
null

Elvis Costello – National Ransom
null

Faithless – The Dance
null

Best Coast – Crazy for You
null

Deftones – Diamond Eyes
null

Kanye West – My Beautiful Dark Twisted Fantasy
null

Grinderman – Grinderman 2
null

Mark Ronson – Record Collection
null

The Black Keys – Brothers
null

Surfer Blood – Astro Coast
null

Vampire Weekend – Contra
null

of Montreal – False Priest
null

Gorillaz – Plastic Beach
null


martes, 11 de enero de 2011

Home & Design


La caja Lámpara..

by.. laura robledo


la lampara flamp, diseñada por hiroshi tsunoda, es portátil, de cartón y su diseño simula una caja. En realidad, es una caja .en el centro se recorta la figura de una lampara tradicional, que deja escapar la luz, tamizada por una lamina de plástico de polipropileno. como si se tratase de una caja para transportar botellas, en la parte superior lleva una asa que permite trasladarla sin complicaciones. viene con una ampolleta mate y admite una potencia máxima de 40 watts. cuesta $ 25.000 y se vende en Design Code . http://www.tienda.designcode.es/

¡Qué linda es mi ciudad!


6 ciudades en la mirada de sus habitantes

Buenos Aires, Argentina
Bogotá + Buenos Aires + Guayaquil + Lima + Quito + Santiago

Y a usted, ¿qué es lo que más le gusta de su ciudad?

El despertar de Bogotá


La capital de los colombianos se moderniza a pasos agigantados. Aun así, no pierde la mezcla de lo rural y lo cosmopolita, una enorme oferta cultural y su amable población.

“Bogotá ostenta la fascinación del contraste: es cosmopolita y pintoresca, donde puede usted ser anónimo o tener la posibilidad de hacer amigos entre su gente amable y culta. Es urbana, rural, campesina, universitaria, religiosa, rumbera, de días de negocios y noches de bohemia”. Así define Arturo Bravo a la ciudad en la que nació hace 33 años. Arturo es un profesional en administración turística y consultor del gobierno colombiano en desarrollo turístico.

Para él, la capital colombiana es un gran vividero. “Bogotá es la mejor muestra de la fusión que es Colombia: una urbe andina que vibra con el ritmo del Caribe, la virtud del Pacífico, la pujanza de sus gentes y el sentido natural de la Amazonía”, añade. El contraste entre la urbe y el entorno natural son las virtudes que más aprecian los forasteros, agrega Arturo, quien tiene muy clara la lista de lugares » de obligada visita: el Cerro de Monserrate, el centro histórico de La Candelaria y el Museo del Oro.

Bogotá, Colombia

En Bogotá siempre hay algún plan para hacer y de eso sabe Alejandro Vargas (27), un profesional en mercadeo que trabaja en La Mega, una emisora dedicada al entretenimiento. “Después de visitar los museos y de pasear por el Jardín Botánico, o de conocer una catedral hecha en sal en las profundidades de la tierra a media hora de la ciudad (en Zipaquirá), el turista siempre tendrá miles de opciones”, cuenta este citadino que se mueve entre la rumba y la gastronomía. Cree que una real impresión de lo que es Bogotá se puede encontrar en el famosísimo Andrés Carne de Res, además de ofrecer los mejores platillos colombianos, cuenta con una fiesta vibrante: grupos musicales en vivo, gente linda y un ambiente festivo y tropical en medio de la decoración saturada y un tanto rural del lugar. También hay sitios para escuchar vallenato y bailar salsa: rumba, hay para todos los gustos, aclara Alejandro.

Si usted va a viajar a Bogotá, debe tener en cuenta que se encontrará con gran parte de la ciudad en plena obra. El Distrito está ampliando el sistema de transporte masivo (Transmilenio) y avanza en los diseños del metro, que estaría listo en el 2017. La advertencia la hace Fabián Sanabria, doctor en sociología, antropólogo y decano de la facultad de sociología de la Universidad Nacional. “Con mucho esfuerzo, Bogotá ha tenido que ponerse al día con las grandes metrópolis del mundo”, dice. Confiesa que lo que más ama de la ciudad es su nutrida oferta cultural y el eterno otoño que la acompaña, producto de su temperatura (entre 10 y 14 grados) y de sus dos mil 900 metros de altura.

Los cerros que custodian la ciudad y la mezcla interracial y cultural que confluye en Bogotá, al albergar a colombianos de distintas regiones que llegan hasta allí a ganarse la vida, son otros aspectos que él destaca como virtudes bogotanas.

La capital de los colombianos también es diversa en su arquitectura y eso lo asegura la urbanista Olga Lucía Contreras, quien explica que de las edificaciones coloniales y republicanas del centro de la ciudad –incluidas las iglesias y museos– se puede pasar a los sofisticados edificios de la avenida El Dorado, la vía que conduce al aeropuerto internacional que también se está modernizando. Las bibliotecas públicas Virgilio Barco y El Tintal no sólo han servido para masificar la cultura y la lectura entre los capitalinos, sino que se constituyeron en importantes íconos urbanísticos y en destinos turísticos. Olga Lucía comenta que actualmente se adelantan grandes construcciones de centros de negocios, que tendrán torres de hasta 70 pisos. “En unos 20 años, vamos a tener una pequeña Manhattan en Bogotá”.

El escritor bogotano Julio Orozco estuvo de vacaciones recientemente y decidió, esta vez, pasar su temporada de descanso en su ciudad. Sin mayores pretensiones, decidió salir a caminar, sin un rumbo fijo, con el único fin de redescubrir a esa Bogotá que ha dejado de disfrutar por pasársela trabajando. Así, con despreocupación y espíritu observador de turista, vio con asombro cómo se ha modernizado la ciudad: sus centros comerciales, sus museos y monumentos bien conservados, los espectáculos de cartelera y las actividades de recreación pública. Lamentó tanto encierro y prometió que sacaría más tiempo para gozarse su ciudad. “Creo que me volví a enamorar de Bogotá”, nos confiesa.

Visita obligada son el Cerro Monserrate, el barrio histórico de La Candelaria y el Museo del Oro.

Destacan en Bogotá la nutrida oferta cultural y su benigno clima.

Volver arriba

Magnética Buenos Aires


Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires es como una mujer adulta que, aun siendo madura, conserva el espíritu de una adolescente intensa y rebelde. Una ciudad amada y vivida apasionadamente por sus habitantes.

Todavía queda parte de aquella época dorada en la que Buenos Aires quería ser “la París de Sudamérica”: la ciudad sigue vibrando al son de una oferta cultural voluptuosa. Los porteños siguen enamorados de Buenos Aires; pero el amor que sienten por ella no es el arrebatado y efímero de los primeros tiempos, sino el de una pareja que lleva años construyéndolo. Es el sentimiento que nace de la aceptación y el conocimiento del otro, en este caso de la ciudad que aman y habitan.

“Para caracterizarla, habría que nombrar mil lugares y detalles”, cuenta la periodista Claudia Pasquini (47), que vive desde siempre en el barrio de Palermo. “La nostalgia turística de San Telmo; el Once abigarrado y comercial; el Abasto profundo, con el fantasma de un mercado que ronda todavía; las marchas políticas entre el Congreso y la Casa Rosada; los botes del Rosedal un 21 de septiembre; el Boedo que baila el tango; el Barrio Chino de Belgrano; las canchas de Boca y River; las torres de Puerto Madero y la Costanera Sur con su cara al río; los bares, siempre los bares, los colectivos, las librerías”.

El sufrimiento y la alegría que sienten los habitantes por la ciudad los ha convertido en amantes serenos. “La vieja estampa del porteño orgulloso está cediendo. Hoy, es una ciudad más cosmopolita: la globalización y la crisis la hicieron aprender”, reflexiona el escritor Santiago Llach (38), que hace dos años decidió mudarse a Congreso, uno de los barrios más alborotados. “Delirante, diversa, maravillosa y abrumadora, Buenos Aires está cambiando mucho”, agrega.

Queda claro, entonces, que los porteños aprendieron a amar a su Reina del Plata como un marido termina adorando, incluso, los defectos de su mujer y viceversa. Según el arquitecto Jorge Mazzinghi (36), residente del barrio de San Telmo, Buenos Aires “es la sumatoria de mil identidades que luchan por convivir, por mostrarse y por sobrevivir”.

Ecléctica y caótica

“Buenos Aires es una manera de ser. Caótica y magnética, caprichosa e inolvidable, pero también, una manera de decir: ‘sentémonos, che, a tomar un cafecito’, mientras el mundo sigue andando”, agrega Claudia Pasquini.

La capital de la Argentina está constituida por una yuxtaposición de identidades, espíritus e improntas que conviven en un desorden armónico. “Me gustan el caos y la intensidad de los personajes de diferentes clases sociales, nacionalidades y estéticas que pululan por sus calles a todas horas. La guerrilla de movidas artísticas, esa especie de poshippismo urbano en las terrazas de Almagro, Parque Patricios y el centro. Y después, poder huir al Delta, a las playitas de San Isidro, a pensar y descansar de todo eso”, cuenta Santiago Llach.

Reconocida por su intensa vida cultural y social, son los mismos porteños los que impulsan esta espiral que se retroalimenta y se multiplica en nuevas propuestas. “Me encanta mirar en el diario y no saber por dónde empezar: ¿un concierto?, ¿una película?, ¿una obra de teatro?”, comenta Alejandra López (48), fotógrafa y vecina de Palermo.

“Las librerías, los teatros, el cine, las revistas, el rock y el tango, la danza, el arte, los festivales, las manifestaciones y los encuentros de todo tipo, muestran las ganas que todavía nos quedan de salir a la calle”, confirma Pasquini. En el mismo sentido, Fabio Quetglas (45), especialista en Desarrollo Territorial y habitante del barrio de Almagro, agrega que “Buenos Aires es vitalidad. Es el conflicto social que se manifiesta en la calle, es la cultura desplegada en los barrios, es sus noches bulliciosas”.

A Buenos Aires la hacen valiosa “los seres humanos que la habitan, siempre padeciéndola y enamorándose de ella”, cree Federico Novick (36) productor, que pasa sus días en Palermo. El amor que los porteños sienten por su ciudad es también compartido por los que vienen de afuera. “Llegué a ella con 18 años y nunca me sentí forastero”, cuenta el escritor y pensador Sergio Sinay (63). “A eso le agrego su potencia cultural, el humor irónico y veloz y la disposición al diálogo de sus habitantes. Sin eso es difícil vivir”.

Buenos Aires es como una mujer adulta que, aun siendo madura, conserva el espíritu de una adolescente intensa y rebelde. Como describe Jorge Mazzinghi, “sin tener una personalidad definida y cerrada, conviven en ella la ansiedad de querer ser una metrópoli, una gran ciudad portuaria, con la timidez de sus barrios y la ingenuidad de sus silencios y sus plazas”.

Los porteños aman su ciudad, sus defectos y virtudes.

Volver arriba

Guayaquil de mis amores


Guayaquil, Ecuador
La ciudad ecuatoriana está marcada por su clima y situación geográfica: es la única cuenca hidrográfica que da al Pacífico, bañada por aguas saladas y dulces, en pleno Ecuador. Toda una delicia.

“Tú eres perla que surgiste / del más grande e ignoto mar, / y si al son de su arrullar / en jardín te convertiste; / soberana en sus empeños / nuestro Dios formó un pensil / con tus bellas Guayaquil; / Guayaquil de mis ensueños…”

La melodiosa composición Guayaquil de mis amores –letra y música de Lauro Dávila Echeverría y Nicasio Safadi Reyes, respectivamente– enciende un cálido orgullo en los corazones de quienes se consideran a sí mismos guayaquileños. Aquella partitura musical emociona y evoca la brisa apacible del Río Guayas, el tráfico incesante, el afán por hacer siempre un buen negocio, el calor de sus calles, el caminar sostenido de sus mujeres, el bolón de verde (bolas de plátano verde asado y horneado con queso rallado y cebolla), las ricas y laboriosas hayacas (tamales de maíz), el encebollado (caldo de albacora, yuca y tomate), la rumba constante de fin de semana, la sonrisa presta para celebrar el chiste ingenioso y los ciudadanos mayores apostados cerca de la Iglesia San Francisco recordando sus años mozos en un Guayaquil menos ruidoso y populoso, mientras el sol ilumina sus rostros al caer la tarde cerca del Malecón.

Así son los guayaquileños: efervescentes, sociables, francos, descomplicados y emprendedores. Tal es su efervescencia que el cineasta Fernando Mieles salió sorprendido al ver las reacciones generadas por su nueva película Prometeo deportado en las salas de cine: “el público de Guayaquil es mucho más efusivo. Se ríe mucho más, patalean en la sala… cuando empieza la música del baile se empiezan a mover como que también quisieran salir a bailar…”. Sin embargo, “lo guayaquileño es algo que se construye… Es algo que eres desde cómo te relacionas, cómo hablas, los chistes que haces, qué comes, hacia dónde vas, qué haces… son cuestiones que se construyen día a día”, agrega Mieles.

Debido a su condición de ciudad puerto, bañada por las aguas saladas del Pacífico y aguas dulces de los ríos, Guayaquil está llamada a ser grande. Así lo enfatiza el historiador Rodolfo Pérez Pimentel: “su destino es ser inmensa. (Nosotros vamos) a ser como Singapur, Hong Kong, Shanghai ¿No ve que esta es la única cuenca hidrográfica que existe en el Pacífico, en toda América, desde Alaska hasta la Patagonia? Nosotros estamos llamados a tener una enorme importancia, porque la materia prima » pesada –que es la que hace la industria-– viene por el mar, no por avión”.

En su ensayo Identidad guayaquileña (2006), Miguel Donoso Pareja y Willington Paredes Ramírez también destacan otros rasgos que le dan identidad a la ciudad. Una sensualidad “ …que nace de la ropa liviana que impone el clima y, debido a ello, de un manejo muy libre del cuerpo, expresada en el modo de caminar, especialmente de las mujeres, en el ritmo y en los gestos. El placer, que se manifiesta en el amor, el baile, los deportes, la playa, la comida, la cerveza. Lo lúdico, a través del chiste (más que del humor), la broma, la risa, la comicidad, lo histriónico. La apertura y la aceptación del otro –condiciones muy portuarias– que lo hacen amable y acogedor”, entre otras características.

Y a estas se puede sumar una que anotó el historiador Pérez Pimentel: “el guayaquileño es curioso”. ¿Un ejemplo? el trabajo de casi siete años de Fernando Mieles con su documental Descartes, donde cuenta la historia de un cineasta guayaquileño, cuyas películas no aparecían. “Para mí la pregunta básica, mientras hacía el documental, era cuántos cineastas han terminado así. Porque tú ves (en el documental y por lo que recuerdan los entrevistados) que es alguien que ha ganado premios… y de pronto la gente no lo reconoce”. Sin embargo, tras investigar y preguntar, Mieles dio con el paradero del cineasta y sus cintas –por muchos años– desaparecidas. Esa también es Guayaquil, la que, a pesar de su practicidad, nunca olvida. Porque, como lo sentencia Fernando Mieles, “para tener ideas también se necesita fuerza para llevarlas a cabo y para darles continuidad”. Y de eso, Guayaquil tiene de sobra.

Debido a su condición de ciudad puerto, bañada por las aguas saladas del Pacífico y aguas dulces de los ríos, Guayaquil está llamada a ser grande.

Según el novelista Miguel Donoso Pareja y el historiador Willington Paredes Ramírez, Guayaquil es sensual, placentera, lúdica, abierta, amable y acogedora.

Volver arriba

La sazón de Lima


Lima, Peru
Lima es como su gastronomía, contundente, variada, picante y sabrosa.

Lima es todas las Limas a la vez. Es la tradicional “Lima de mis amores” del compositor de vals Lorenzo Humberto Sotomayor y es también “Lima la informal”, aquella que alberga a casi ocho millones de personas. Desde antes de ser fundada el 18 de enero de 1535, la capital peruana ya conformaba el lugar más densamente poblado de la costa del Perú. Ubicada en un valle, rodeada por las cuencas de los ríos Rímac, Lurín y Chillón, en Lima se asentaban los señoríos de Ichma y Colli.

Para el historiador Juan Luis Orrego (46), profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú e investigador del programa televisivo A la vuelta de la esquina, Lima tiene dos particularidades respecto a las demás capitales latinoamericanas, “se encuentra junto al mar y fue el centro del Virreinato. Durante casi tres siglos, Lima fue el centro del poder político, económico y religioso en América del Sur, un territorio que abarcó desde Panamá hasta la Tierra del Fuego”. Haber sido la capital de los Virreyes marcó entonces el trazado de la ciudad, que en el siglo XVI se levantó renacentista y mudéjar,

pero cayó con el terremoto de 1687. Así, la Lima amurallada se reconstruyó al estilo barroco. Pero, en 1746 la ciudad se vio remecida por otro gran sismo que le daría paso al estilo neoclásico y a las primeras edificaciones sismorresistentes. “Arquitectónicamente Lima es ecléctica, recoge el barroco y la tradición arabesca, como se aprecia en los balcones de cajón del centro de Lima, cerrados, con celosías y muchas veces perimétricos”, señala Orrego.

Luego de las guerras de independencia y con la bonanza de la era del guano, Lima se expandió. Afortunadamente, su centro se conservó intacto y la ciudad creció hacia fuera emulando a París, con avenidas tipo boulevard y lugares como el Parque de la Exposición y su palacio, que en la actualidad es el Museo de Arte de Lima (MALI). “El nuevo ciclo de modernización de Lima empieza en la década de 1890, durante el gobierno de Piérola hasta el oncenio de Leguía. Lima rompe su fisonomía colonial, surgen avenidas de circunvalación y penetración, y aparecen los suburbios, los nuevos barrios como Santa Beatriz, San Isidro y Miraflores”, explica Orrego, residente de Chacarilla del Estanque, Surco.

Para cualquier visitante, Lima puede convertirse en un museo al aire libre. Al recorrer sus calles es posible pasear por distintas épocas. Es un collage de tiempos y espacios, donde lo prehispánico, lo colonial y lo republicano dan cuenta de una riqueza única en su género.

Para el arquitecto Jean Pierre Crousse (47) –quien junto a su esposa Sandra Barclay construirá el memorial “Lugar de la Memoria”–, “Lima es una ciudad que nunca fue pensada a futuro. Es muy interesante para hacer una planificación urbana basada en el laberinto y no en los ejes”. Como buen arquitecto, este vecino del distrito de Chorrillos ve en la realidad puras potencialidades. El cielo color panza de burro de Lima, que no permite que el sol dibuje sombras durante ocho meses al año, contribuye a esta visión laberíntica que los limeños tenemos de nuestra ciudad. Pero, este factor climático, y las temperaturas medias, hace de Lima “una ciudad con aire acondicionado incorporado, que en invierno no necesita calefacción. Es un campo abierto para la arquitectura, donde se deben construir lugares de intimidad más que de cobijo. Nuestra ciudad puede convertirse en algo excepcional, porque es abstracta y eso hace que todo sea posible. Para mí, el sitio con mayor potencialidad de Lima es la Costa Verde. Revela lo natural, que estamos en un desierto y al borde del mar, tiene un acantilado y abajo es un espacio virgen”, expresa Crousse.

Según Isabel Álvarez (60), socióloga, investigadora de la cocina peruana y propietaria del restaurante El Señorío de Sulco, “Lima está recuperando su comida y existe una tendencia por revivir la cocina tradicional. Los sabores que el Perú tiene conmueven. Definitivamente Lima es la capital gastronómica de Latinoamérica”. Ella, habitante de Miraflores, disfruta de los paseos por el malecón, adora la típica neblina limeña y ese halo de misterio que envuelve la que fuera la codiciada ciudad de los reyes.

Lima es la única capital en la región frente al mar. Y ser la capital del Virreinato marcó su trazado urbano.

Lima puede convertirse en un museo al aire libre, con su arquitectura de todas las épocas: barroco colonial, tradición árabe, bulevares al estilo de París y la vanguardia de hoy.

Volver arriba

Quito siempre bella


Quito, Ecuador
“Carita de Dios”, “Luz de América”, son algunos de los apelativos de la capital ecuatoriana, una ciudad orgullosa de su pasado, diversa y cosmopolita, y con un paisaje descollante.

La fundación española de Quito, el 6 de diciembre de 1534, marcó la historia de esta ciudad, rodeada de volcanes y montañas y dueña del centro histórico más grande de América. San Francisco de Quito es el nombre completo de esta urbe en la que habitan aproximadamente dos millones de personas en un espacio geográfico que se ha organizado, más menos, de la siguiente manera: norte, con la ciudad moderna; centro, sede del viejo casco colonial y republicano; y sur, populoso, bullicioso y creativo.

“A Quito le corresponde el honroso título de iniciadora de las primeras rebeliones emancipadoras de la colonia española en América, fue en esta ciudad donde se lanzó el primer grito de la independencia (10 de agosto de 1809), gestas libertarias que le hicieron acreedora del calificativo de ‘Quito luz de América’”, precisa la ex alcaldesa de la ciudad, Wilma Andrade. A la hora de mencionar algo que a Quito la hace única, Wilma no duda en referirse al casco colonial, guardián de tesoros esculpidos y pintados por los artistas de la reconocida Escuela Quiteña, quienes con su legado convirtieron a la ciudad en un museo a cielo abierto, lleno de iglesias, capillas, monasterios, atrios, escalinatas, plazas y monumentos. Toda esa riqueza permitió que fuera la primera ciudad en el mundo en ser declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, en 1978, por la Unesco.

Pero Quito también es una mixtura de etnias y culturas, reflejo del rico Ecuador. Debido a su condición de capital del país, se ha convertido en el punto de encuentro que acoge a hombres y mujeres que llegan desde las provincias en busca de mejores días. Así ha crecido de manera vertiginosa, un tanto desordenada, dice el fotógrafo y periodista, Eduardo Valenzuela. Él es un habitante del sur de Quito, la parte de la ciudad donde se concentra la mayor cantidad de población. “En el sur existe todavía la solidaridad, sobrevive la costumbre de hacer ‘minga’, esa manifestación de unión y apoyo para plasmar una obra que beneficia a un conglomerado. Allí la gente conserva su pequeño espacio de tierra para sembrar maíz o papas, productos tan nuestros como la ‘sal quiteña’, nombre dado al fino humor de los habitantes de esta urbe. Nadie puede dudar que de aquí salen nuevas propuestas culturales, como las corrientes del rock urbano que de a poco se ha ido tomando toda la ciudad”, explica Valenzuela.

Al otro lado, en el norte, está Edgar León, chef estudioso de los orígenes de la comida nacional y andina. Desde su restaurante Estragón, reflexiona sobre la comida de la ciudad y precisa que Quito es una metrópoli donde las ofertas gastronómicas del mundo se exhiben con buen gusto y exquisitez. “Por ser el centro político del país, la ciudad desarrolló un sentido especial. Los quiteños han vivido siempre entre aromas y sabores cosmopolitas, sin dejar de lado sus raíces, con una comida propia”, señala León. El chef destaca recetas tradicionales: “en las casonas de Quito se encuentra el principio constitutivo de sus locros (sopa de patatas), de la sal y el ají; de los envueltos, como las humitas, tamales y quimbolitos, productos propios que cautivan a muchos gourmets del mundo”.

“La gente es lo mejor que tiene Quito”, sostiene María Caridad del Castillo, reina de Quito. La soberana promueve una campaña para rescatar los valores y las buenas costumbres de la ciudad, esa capacidad de sonreír y atender de manera amable a quien lo solicite. Comenta que si tuviera que recomendar algo, sugeriría sentarse a comer un delicioso sándwich de pernil (carne de cerdo al horno) en una cómoda banca de la Plaza de la Independencia. “Es una excelente oportunidad de gozar con una vista extraordinaria de los tesoros que guarda la ciudad, como sus iglesias llenas de arte; sus palacios republicanos repletos de historia y de ideas y luchas libertarias, y, por supuesto, de sus enormes montañas que guardan sigilosos a esta urbe conocida como ‘La Carita de Dios’”.

Quito fue la primera ciudad del mundo en ser declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, en 1978.

En la mesa de los quiteños se combinan aromas y sabores cosmopolitas.

Volver arriba

Mmm… Santiago


Santiago, Chile
Divertido, moderno, conservador, versátil, acogedor, desordenado, galante y tampoco tanto. Habría que apostar por una cita a ciegas con este extraordinario personaje. Aquí su currículum.

Es atractivo. Después de una noche de lluvia y mirando al este, Santiago es impactante. Su cordillera estremece, y eso lo asegura cualquiera que la tenga enfrente. Sí, es imprescindible la lluvia, porque muchas veces la contaminación juega malas pasadas, pero la paciencia da los mejores frutos.

Es grande. Enorme y lleno de gente, ya anota 75 mil hectáreas pobladas por casi seis millones de habitantes.

Es entretenido. Cualquier paseo a perderse en el centro de Santiago es un premio seguro, una conexión con la esencia de la ciudad que, según el escritor –santiaguino– Pablo Simonetti, es una indescriptible identidad. “Una identidad de la cual todos formamos parte y que, a la vez nos forma a todos”. Para entender un poco más de ella, “le » recomendaría a un turista que viniera por unos 10 días y que experimentara la vida de este lugar, que intentara adquirir una idea de nuestra manera de vivir. Que caminara todo el día, sin desmayar”. Tendría que llevar en la lista de básicos para fotografiar las fuentes de soda, los lustrabotas, la Plaza Italia, el mercado, los barrios Lastarria, Brasil, Yungay, Vitacura…

Es desordenado. “Mi ciudad es esencialmente chascona”, dice Trinidad Pacheco, estudiante de arte que recorre de punta a cabo la metrópoli en su bicicleta desde el Cerro Apoquindo donde vive, en Las Condes.

Chascón es alguien que no se peina, que lleva sus pelos –ojalá largos– bien revueltos. La Real Academia Española dice que es alguien enmarañado, enredado, greñudo. Esta ciudad tiene más que ver con desorden, pero en un rango donde caben los pelos estilosos y también los hippies. También es natural, auténtica, divertida. Lo entendía así el Nobel Pablo Neruda, que bautizó con ese adjetivo su casita en esta ciudad, en el barrio Bellavista. Le puso Chascona porque significa tanto desordenada como alegre, y así reconocía a su amor, Matilde Urrutia.

Es moderno. La revista de viajes Conde Nast Traveller calificó así la ciudad –que se jactará de tener el rascacielos más alto de Sudamérica–, ubicándola entre los 20 mejores destinos del 2009. Elegante también. Recibe a sus visitantes con hoteles del nivel de The Aubrey, a los pies del Cerro San Cristóbal, ubicado en el ranking de los hot mundiales.

¡Y tampoco tanto! Bajo la lupa del arquitecto –santiaguino– miembro del jurado Pritzker, Alejandro Aravena, “un lujo de Santiago es que uno puede hacer cosas bastante simples, primitivas. Puede que Santiago no sea demasiado sofisticado, pero la cantidad de naturaleza sin domesticar nos permite una vida bastante directa”. Otro de sus encantos es el clima privilegiado, agrega Aravena. “Su sequedad permite que los veranos sean frescos, bajo una buena sombra. Las noches son frescas y sin bichos, lo que permite vivir con las ventanas abiertas y sin climatización artificial. Los inviernos son cortos y moderados y, si no fuera por el mal aire, serían tan buenos como los veranos”.

Es versátil. Al este, los centros de esquí andinos. Al oeste, la playa. Cualquiera de los dos panoramas están a su alcance en una hora de auto. Viñas premiadas mundialmente, dentro de la misma ciudad. Valle de Colchagua, con más viñas, a dos horas. Pueblitos maravillosos e inmunes a la vorágine citadina, a media hora.

David Halbert recorrió en yate gran parte del mundo y, después de coleccionar aventuras, escogió a Santiago para quedarse y ofrecer buena comida mexicana, primero en su restorán Santa Fe y hoy en el Tortilla Factory. No sabe contestar por qué. “Si fue la gente o la tierra, o si son más los factores que entran en juego a la hora de conquistarte, pero me quedé aquí para siempre”, dice tomando un café expreso minutos antes de volver sobre las pistas de Valle Nevado con sus esquíes. “Siento que en Santiago es muy bueno el menú, que ofrece variedad y buenos platos”.

La revista de viajes Conde Nast Traveller calificó a Santiago como una ciudad moderna y la ubicó entre los 20 mejores destinos del 2009.